lunes, 6 de abril de 2015

Igor Stravinski: Piezas de un autorretrato

Perspectiva de un Octogenario






Apetitos musicales

Creo que los vuelos más altos de esta época La consagración de la primavera, Pierrot Lunaire, Gurrelieder, pueden equipararse a los grandes logros del pasado, a pesar de que exista caudal musical de ningún compositor de la época moderna que pueda compararse con el rico caudal de Bach, Mozart y Beethoven. Pero también es cierto que ni la época ni la naturaleza de la nueva música favorecen la fluidez en este sentido.
Debería aclarar que jamás he pensando en perspectiva acerca de mi participación en la música de este siglo. Mi actividad se veía condicionada no por conceptos históricos sino por la música en sí. Mi formación se debe en parte, en mayor y en menor medida, a toda la música que he conocido y apreciado, y he compuesto siguiendo mis propias inclinaciones.
Durante mi infancia me di cuenta de que tenía dotes musicales, y creía que esos talentos los otorgaba Dios. Toda mi vida he rezado para conservar la fuerza necesaria, y seguir siendo merecedor de ellos, y aunque estoy agradecido por las bondades de esta alianza tácita, a menudo he sido fiel a mi condición terrenal.

Nací en un mundo que creía en las relaciones causales, un mundo que se explicaba a sí mismo, y en gran medida en términos dogmáticos. He sobrevivido, a pesar de los distintos cambios de dirección, en un mundo que se explica también en términos psicoanalíticos, y he tenido que aprender acerca de un universo de factores anteriores que nos influyen. No entiendo la evolución en términos musicales, y no puedo predecir nada acerca del futuro de la música. Sólo soy capaz de seguir la ruta que marcan mis apetitos musicales.



Memoria, pasado y presente

Cuando Juan de la Cruz hablaba de la “mortificación del pasado”, ¿acaso se refería a que el miedo a cambiar el pasado es el miedo del presente? Mortifico mi pasado cada vez que me siento ante el piano a componer. Aunque no sienta ningún deseo de volver a atrás lo revivir un solo día de mi vida, he revivido mucho en los últimos años.
Cuatro trombosis cerebrales parecen haber desbloqueado los confines más remotos de mi memoria, ya que he podido deambular por el paisaje de mi infancia de uno modo inaudito hace sólo diez años, pero yo tiro de mis recuerdos del mismo modo que un montañero se aferra a su cuerda: sólo para ver cómo y dónde está atada.
No retrocedo, movido por la amenaza del paso del tiempo, porque no siento ningún deseo de volver. Y aunque mi subconsciente trate de cerrar el círculo, yo siempre quiero seguir una línea recta.
Para mi el sueño de un arqueólogo –el de Renan— de recuperar todo el pasado es una visión del Purgatorio, y el sueño de Coleridge de restablecer el conjunto de la experiencia pasada de una mente es una amenaza a la cordura....



Elogio del Cuarteto

El Cuarteto de cuerdas es el transmisor de ideas musicales más lúcido que existe, así como el más humano y el más instrumental; o, si no fuese así, natural y necesariamente, Beethoven, lo hizo así.
Dado su poder natural, el Cuarteto podía registrar un cambio armónico que la orquesta de su tiempo, que aún no era del todo cromática, ya además se veía dificultada con problemas relacionados con el peso y el equilibrio.
Asimismo, el Cuarteto es un medio más íntimo, y más agradable y duradero a largo plazo, que el color. Por último, su capacidad de resistencia es mayor que la de las formaciones de instrumentos de viento, y sus márgenes de velocidad y volúmenes suaves son más amplios.
Comparado con el piano, tiene sus ventajas en cuanto a la delineación polifónica, así como una gran variedad de articulaciones y matices dinámicos...
Igor Stravinsky


Fragmentos tomados de: Igor Stravinsky y Robert Craft, Memorias y comentarios, Trad. Carmen Font. Barcelona: Libros del Acantilado, 2013.



No hay comentarios:

Publicar un comentario