La única certeza de la novela es la sabiduría de lo incierto
Me
complace pensar que el arte de la novela
ha
llegado al mundo como eco de la risa de Dios.
Milan
Kundera
Para
Milan Kundera la literatura es el espacio ilimitado de reflexión sobre la
existencia. El espacio de lo complejo. Sitio donde se persigue no la verdad
única y acabada sino la duda y el cuestionamiento permanente, como símbolo de
movimiento, de renovación.
En
esa medida cada nueva obra comenzando por La Broma –escrita en 1965—es una
tarea inacabada, un intento inconcluso; aunque, por supuesto, en sí mismo el
texto pueda ser un producto acabado y
finito.
Es
decir, se trata de estar continuamente escribiendo, engrandeciendo la misma
obra; la fatalmente inacabable obra literaria. Cada nueva novela, cuento o
poema no es mas que la eterna continuación de la anterior, así como la
precedente lo fue, a su vez, de otra.
Dicho en palabras de José Emilio Pacheco:
“Escribir es un cuento de nunca acabar y la tarea de Sisifo. Paul Valery
acertó: No hay obras terminadas, solo obras abandonadas”.
Mas
para este Sisifo moderno lo que importa no es que la piedra se sostenga por sí
misma, sino por el contrario, su continuo rodamiento. Es esto lo que le permite
al hombre mítico cumplir su tarea de nueva cuenta.
En la medida en que la
figuración literaria revela la circunstancia extrínsica e interior del hombre,
aumenta la complejidad que se cierne sobre ambas condiciones de la existencia.
De la misma manera, para Kundera la literatura será un fin en sí misma, solo
cuando se convierta en el medio más adecuado, y quizá en el más bello, para
reflexionar acerca de la condición humana.
La
obra de Kundera, así, estará siempre situada en la búsqueda. “Todos los
novelistas escriben, probablemente una especie de tema (la primera novela) con
variaciones”, dice el checo. No debe resultar extraño, entonces, plantear
quelas obsesiones, lejos de restar importancia al proceso de búsqueda continua,
se convierten en un instrumento de éste.
Las variaciones de las que habla Kundera, son el instrumento a través
del cual el autor siente encontrar mayor motivación en el proceso mismo de la
búsqueda que en el propio encuentro.
El novelista adquiere, de acuerdo con la
concepción de Kundera, una nueva y más profunda dimensión y responabilidad: no
en tanto historiador, porque lo trasciende al crear una realidad alterna, o
profeta que pregona el porvenir, sino como explorardor de la existencia.
De esta
forma, el escritor asume su papel crítico, reflexionando acerca de la realidad
humana en sociedad, a la cual concibe como un mundo donde impera la ambigüedad
y la relatividad. Su carácter ambigüo se lo otorga el continuo transcurrir de
la historia; pero sobre todo, la fatal condición de no poder vivir más que una
vez.
De
esta manera, la situación histórica, ese terreno donde la literatura hunde sus
raíces, no está concebido por Kundera como un decorado ante el cual los
personajes desarrollan situaciones humanas. No se trata de una escenografía
desprendida del acontecer humano; la situación histórica es, en sí misma, una
situación existencia in crescendo...
Si
Kundera decide transitar por los misterios de la existencia humana, en la
perspectiva del individuo, en su intimidad, es porque “los mecanismos que
funcionan en el interior de los grandes acontecimientos históricos... son los
mismos que rigen las situaciones íntimas”, asegura.
Así
como son expresión de lo más loable de la humanidad, de su sentido de
solidaridad, del valor, de su capacidad para no perderse en el olvido del ser, de evitar
irresponsabilidad ante la existencia; asimismo, estos mecanismos de los que
habla Kundera, son muestra de la otra cara de la luna de lo humano, de la
bajeza, a traición, el autoritarismo, la mentira y la fuga de la
responsabilidad de vivir.
Ambas
caras, sin maniqueísmos, constituyen, en la idea de Kundera, lo humano. Una y
otra se corresponden en un juego interminable de contrarios complementarios.
Pero además, una y otra se expresan tanto en el marco de las grandes proezas y
más abominables crímenes que se han cometido en nombre de las mejores causas,
como en el espacio trivial de la vida íntima de los individuos.
Antonio
Tenorio
Tomado
de: “ Entre la búsqueda y el hallazgo”, en Milan Kundera: La sabiduría de lo
incierto. México: Plaza y Valdés. pp. 23-26
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