Selección de música sacra
(En ocasión de las celebraciones en
el mundo católico del Viernes Santo)
Algunas sugerencias de música sacra para acompañar el Viernes santo
Pasión del Redentor, de C.Monteverdi (Escritos para la Basílica de San Marcos)
Las siete últimas palabras deCristo, de J. Haydn
Las siete últimas palabras de Cristo desde la Cruz, de H. Schütz
Stabat Mater, de G. Pergolesi
Stabat Mater, de G. Rossini
Stabat Mater, de Joseph Haydn
(Parte I)
Stabat Mater, de Palestrina
Stabat Mater, de Vivaldi
El viernes santo deberá iniciarse con los Oficios de Tinieblas
del Viernes (Victoria o Palestrina), que prepararán el alma para la Pasión del
Redentor.
Hacia la hora nona se escucharán los desgarradores motetes
penitenciales de Claudio Monteverdi, escritos para la Basílica de San Marcos.
En seguida la versión orquestal (o bien coral), de las siete palabras de Cristo de Joseph Haydn y las siete palabras de Cristo desde la Cruz de Heinrich Schütz.
En seguida la versión orquestal (o bien coral), de las siete palabras de Cristo de Joseph Haydn y las siete palabras de Cristo desde la Cruz de Heinrich Schütz.
La muerte del Redentor se celebra con la música del alma: el silencio.
En seguida, después de la hora
tercia, la tierra se sacude y llueve en el corazón de los hombres.
Deberá
acompañarse a la Madre dolorosa del Redentor, “que llora desconsolada al pie de
la cruz donde pende su hijo”, escuchando un Stabat Mater.
Los más conocidos son
los de Giovanni Pergolesi y Giacomo Rossini, y los más profundos: los de Joseph
Haydn, Palestrina y Vivaldi.
Luego los grandes motetes “penitenciales fúnebres”
Miserere mei Deus y el Dies Irae de Jean Batista Lully, y el Salmo De Profundis
de André Campra, M. A. Charpentier y Michael Richard Delalande, todos compositores
del siglo XVII francés.
En horas de la noche deberán
escucharse los Improperia (o sea los responsorios que constituyen los reproches
de Jesús a su pueblo por haberlo abandonado).
Los más hermosos e impregnados de
profunda emoción fueron compuestos por Palestrina y, en particular, por Luis
Tomás de Victoria.
Extracto del artículo Música para los días de Cuaresma y Semana Santa de Celso A. Lara Figueroa del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela
Pergolesi y la forma del Stabat Mater
Giovani Batista Pergolesi es
un compositor italiano, nacido Jesi, cerca de Ancona (Estados Pontificios) en
enero 4, 1710 y fallecido en Pozzuoli, cerca de Nápoles, en marzo 16, 1736.
Aunque Pergolesi murió a la edad de 26 años, el catálogo de sus obras es bastante extenso, comprende: Operas, Cantatas, Música de Cámara, Música Sacra, etc. Sin embargo, su música es poco conocida, y no ha pasado totalmente al olvido gracias a su ópera “La Serva padrona”, algunos “Concertinos”, para orquesta de cuerdas, y su “Stabat Mater”.
Aunque Pergolesi murió a la edad de 26 años, el catálogo de sus obras es bastante extenso, comprende: Operas, Cantatas, Música de Cámara, Música Sacra, etc. Sin embargo, su música es poco conocida, y no ha pasado totalmente al olvido gracias a su ópera “La Serva padrona”, algunos “Concertinos”, para orquesta de cuerdas, y su “Stabat Mater”.
En sentido general el
“Stabat Mater” es un canto de la liturgia católica romana que expresa el dolor
de la Virgen al pie de la cruz en la cual expira su hijo. En la ioglesia se
canta en la Semana de Pasión y en el día de Nuestra Señora de los Dolores (15
de septiembre). Toma su primer verso del texto, que dice: “Stabat Mater
dolorosa, iuxta crucem lacrimosa” (Estaba la Madre adolorida llorando junto a
la cruz).
Notables compositores de
diversas épocas escribieron música basada en este texto latino. Entre ellos
figuran: Josquin des Pres, Palestrina, Victoria, Pergolesi, Rossini, Haydn,
Dvorak, Pouec y otros.
El “Stabat Mater”, de
Pergolesi, fue escrito por encargo de la hermandad de la Iglesia de San Luigi
dei Palazzo, en Nápoles. Esta conmovedora obra fue compuesta para un dúo de
“castrati”, pero desde hace tiempo lo cantan: una soprano, una contraalto, y
coro de voces femeninas, con acompañamiento de orquesta.
Poco antes de su muerte,
Pergolesi se había recluido en un convento de franciscanos, donde murió después
de haber escrito los últimos compases de su “Stabat Mater”.
Julio Ravelo
Tomado de: Apreciación musical. Santo Domingo: Instituto Tecnológico, 2000. pp. 453-54
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