La dimensión convertida en espacio
Objetos. Se pensaría. Gigantescos. Como para llenar el vacío entero. Rara frase. Intencionadamente rara. Paradójica. Pero no.
El
artista no hace objetos. Aunque los haga. Incluso monumentales. Como el vacío.
El artista, eso dice Anish Kapoor, hace mitologías. Lo sucedáneo al vacío, si
de Hesíodo habremos de fiarnos.
Lo enorme no es
lo infinito. Así no exista enormidad mayor, si se quiere asumir de esa manera,
que la infinitud.
Es la dimensión convertida en espacio.
Aquella materialidad
que ha de recorrerse al tiempo que ésta envuelve a quien la transita. El tiempo
que lleva circundarla. El impacto mismo de mirarse visto por aquello.
¿Dónde comenzó el relato? En la arena. El pigmento. Torcer,
modelar, dibujar las formas de la naturaleza. Convertirlas en reflejo y
deformidad de la vida sin más.
Dimensión, materialidad y espacio. La dimensión
material del espacio material. La conquista de ambos, espacio y materia, se
torna en un elemento central de toda obra. Hace sobresalir lo que en “Bioarte:
Arte y vida en la era de la Biotecnología, López del Rincón, bien llama “su
contexto relacional”.
Una mitología de la espacialidad en la que, citando a
Fried, “el objeto y no el observador, debe ser el centro o foco de la
situación, pero la misma situación pertenece
a al observador, es su situación”.
Hay
una relación material ineludible, pues, entre arte y vida, dimensiones
imbricadas, puestas en evidencia de pertenencia y “despertenencia” entre los
del espacio y del tiempo. Copresencia de la inmaterialidad, también, inmutable
y mutante que configura toda mitología.
No hay un objeto frente a nosotros, hay
una mitología de la que, al igual que del objeto, formamos parte.
Rohinton Mistry, otro hindú, nacido igualmente en Bombay
y que como Kapoor no vive en la India hace años, hace notar que los niños no
hacen juicios sobre qué detalles son los importantes, los atrapan todos. Y si la peor parte de la pobreza extrema, es el efecto de ceguera frente a ella misma que genera, dice el autor de “Asuntos de familia” y “Un perfecto equilibrio”, esa otra forma de la mitología moderna que son las novelas, el arte procede en sentido inverso: revela en su presencia, toda la ausencia entera de la que estamos hecho.
Esa tarea, monumental per se, sobrepasa por mucho las posibilidades de objeto alguno.
No
de la mitología. De ella, acierta Kapoor, desde luego que no.
* Este texto apareció originalmente en el periódico mexicano La Crónica de Hoy
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