La virtud se aprende
Freno. Resistencia. Recato. La
integridad de los hechos. Pero de la misma forma, reciedumbre. Larga es la
tradición del pensamiento clásico antiguo en esta dirección.
“La virtud se
aprende”, dicta el apotegma de Antístenes. Para quien ésta devenía nada más que
de las obras. Y exigirá, tal sentido de virtud, no sólo el temor bueno, como lo
nombra Cleantes, sino a un mismo tiempo la manifiesta capacidad del propio
freno, a que conminaba el esclavo Epicteto.
De otro modo, la Yourcenar se hizo
cargo, asimismo, de la idea de la vida cual prolongada e intensa refriega
interior.
“Alexis o El tratado sobre inútil combate”, usó como título de la
novela, breve y mayor, en la que el protagonista deja testimonio sobre la
imposibilidad de ir contra sí mismo y la pulsión de amor que le abrasa.
Se lucha, se aprende y ello se
incorpora en algún momento a ese río al que nombramos experiencia.
Mas como
temprano alerta Schrödinger, queda por indagar el modo en que lo aprendido se
suma a la transformación de lo humano entre una generación y otra.
Esa línea
fronteriza, sobre la que “cada día de la vida de un hombre representa una
pequeña porción de la evolución de la especie que aún está en pleno
movimiento”.
La experiencia, y en particular, el
ejemplo, será entonces para Schrödinger el vehículo biopsicosocial para alentar
el desarrollo de un grupo frente a dificultades y decisiones.
“A cada paso en
nuestro día de nuestra vida, algo de la forma que hasta entonces poseíamos debe
cambiar, algo en ella debe ser vencido, suprimido y sustituido por algo nuevo”,
escribe el Nobel, al postular una teoría de la conciencia como fundamento de
una ética que represente el triunfo del autodominio.
No sorprenda, pues, en esa línea,
la resistencia, abierta o esbozada, de todos aquellos grupos que lograron antes
sobrevivir a partir de cierto comportamiento al que ahora se les exige
renunciar.
Disolver la conducta que les hace ser, expresan, es cual disolverse,
cual extinguirse por mutuo propio.
¿Por qué hacerlo, por qué sucumbir al
entorno? Tal, su conflicto insalvable.
Pues si como postula Schrödinger,
la especie misma es cincel y piedra a la vez, aquel que se aferre en ser
piedra, y solo piedra, habrá dejado pasar la ocasión de ser cincel. De aprender
en la mesura y el triunfo sobre sí, que la virtud se aprende.