La distancia que no es
Al predominio de la geometría euclidiana en tanto principio
básico, Occidente debe, sostiene Robert Wald, todos los siglos en los que el
problema del tiempo y el espacio se afincaron en los dominios de matemáticos y
filósofos.
No es un asunto de campos, claro, sino de
preconcepciones.
El pensar en serio exige el entrecruzamiento de ámbitos supuestamente distantes, tal como lo consignara un colega de Wald en la misma Universidad de Chicago, el Nobel de Química Ilya Prigogine.
El pensar en serio exige el entrecruzamiento de ámbitos supuestamente distantes, tal como lo consignara un colega de Wald en la misma Universidad de Chicago, el Nobel de Química Ilya Prigogine.
Hay un orden que no deviene de un orden anterior. Un
orden generado por un estado de no equilibrio, sostendrá Prigogine.
En tal
circunstancia, prometer el retorno, es alimentar lo ilusorio. Tanto como creer
que el apego al reduccionismo, y no en la capacidad de las nuevas preguntas,
podrá conducir la comprensión de lo complejo.
Prigogine decidió nombrar Estructuras disipativas a los
estados que van del no equilibrio a un nuevo estado de orden.
Categoría de la
que echa mano Clara Janés, poeta de vasta indagación, para uno de sus poemarios
más estimulantes.
Física y poesía convergen sobre el punto de encuentro
en dos inteligencias reverberantes.
Incómodas e inconformistas.
Incómodas e inconformistas.
Descreídas de
redenciones instantáneas y vueltas a un “estado de orden y equilibrio”,
revelado como construcción artificial.
Al otro costado, un presente ensombrecido. Vacío y
ligereza, desafían al horizonte como límite.
No hay, para la sandez, dimensión tangible; ni delimitación posible, parece.
No hay, para la sandez, dimensión tangible; ni delimitación posible, parece.
La razón, ensalzada en otro tiempo, torna en “alta fantasía”. O algo aun
peor,
perenne viaje la vida “desde la nada a la nada”, como escribiera Janés.
perenne viaje la vida “desde la nada a la nada”, como escribiera Janés.
Decir y decir y decir, desde la nada a la nada. El que enuncia es pura resonancia
de sí mismo.
de sí mismo.
El punto sobre sí mismo. No la quietud, al modo de
Janés, quien la descifra “como el punto microscópico del movimiento”.
No, lo de esta época es la auto fascinación de la
condición no cambiante de la “fuente seca, recuerdo del agua”.
Aquella a la que
la poeta avisa, “hay manantiales ocultos, incluso en campo baldío”.
Mas ir de otra manera tras lo que no se ve, sería
tanto como dejar de lado la ingeniosidad que sueña con librarse de la
inteligencia, la impúdica intrascendencia; cuya fantasía es que, de lo dicho,
nadie recordará nada mañana.
Universo y mar, son inmensos y cambiantes,
disipativos, recuerdan poetas y físicos. Falsa libertad la del agua, que
estancada, ingenua, se sueña serena.
@atenoriom
antoniotenorio.com