domingo, 24 de mayo de 2015

Umberto Eco: La realidad de la ilusión



Toda historia es antes una leyenda



Un sueño es una escritura
y muchas escrituras no son más
que sueños.
Umberto Eco

Alejandría: La del último tropel divino, dice el poeta Cavafis, nacido allí. Alejandría, la del Magno conquistador por la que así se le bautiza. La del trágico destino de Antonio y Cleopatra. Alejandría, capital cultural del mundo antiguo, sueño de grandeza entre el delta del río legandario, el Nilo, y el mar de la cultura originario, el Meditarráneo, el mare nostrum donde todo ha comenzado, incluido el último tropel divino, dice Cavafis.

Y acaso habrá sido que Umberto Eco nació en una ciudad cuyo nombre, Alessandria, castellanizado, remite a la legendaria Alejandría.
Pero su nombre,y su vida, ha estado indisolublemente ligada a esa indagación interminable que la pasión por saber, mas por encima de ello, por comprender.
Las palabras asociadas a su nombre y a su vida, siguen jugando con entre significantes y significados, entre imágenes y sonidos, entre reflejos e iluminaciones. 
Si el apellido remite ya al mito, aquel en el cual el estanque es espejo y el espejo es la muerte en sí mismo, Eco, aquella castigada primero a no tener voz propia sino solo remedo, y despreciada, después por el que solo puede amarse a sí mismo, Eco es en Eco, Umberto, antónimo con dimensiones, hoy, a la luz de lo que ha sido su vida, casi mítico.
Este Eco, en contraposición de aquélla, la castigada, ha construido, tanto desde la academia como desde la escritura ficcional, una voz que reclama la mayor altura que una voz propia pueda reclamar: erigirse en mirador del mundo.

De El nombre a la rosa en adelante, sus temas, su modo de abordarlos, su contribución desde el territorio de lo que pudo haber sido, es decir, la ficción, a develar lo que fue, es original en la ascepción de que es única, de que le es propia a su autor y al lector que transita por sus páginas.
Si ello fuera menor, Eco, el de las aulas, no la que condenada a vivir en una cueva, no persigue al que solo se ama a sí mismo, por se lo contrario: lo pone en evidencia. No hay generosidad mayor que la docencia. Compartir lo que se sabe, pero sobre todo, lo que se es. En Eco resuena este acto generoso a través de compartir ese saber trasmutado en un ser que está en el mundo, con  y para los demás.
En Historia de las Tierras y los Lugares Legendarios, editado por Lumen, el año pasado, Umberto Eco ha escrito un libro de vida. Un almanaque de viaje, de su propio viaje, un compendio de hallazgos, una cartografía de asombros. Un libro que apunta al pasado, sí, a la manera que el mundo se ha pensado y representado en relación con lugares, reales o imaginarios, pero que se dieron por ciertos, mas, al mismo tiempo, un libro que apunta a un presente que parece condenado a vivirse mutilado de la capacidad de hallazgo, sorpresa, imaginación y fantaseo fuera de lo establecido.

Si el pasado fue el extenso mapa, desplegado en este libro, de los Lugares y Tierras legendarias, el presente, nuestro presente, ha terminado por conformarse con ese espacio angosto y claustrofóbico que es la Tierra de los Lugares comunes.
Sabiéndose legendario él mismo, tal vez, Eco que compilado, por años, quiero imaginar, información e ilustraciones, sobre lo que para el mundo del ayer fue leyenda, fue legendario.
A los 82 años, Eco emprende una tarea monumental, de resultado portentoso. Recopila en 15 capítulos los lugares y tierras que a lo largo de la historia (de occidente) al menos, han despertado mayor curiosidad, o leyendas a su alrededor. No se trata sitios o edificaciones imaginarias, sino “ las tierras y los lugares que, ahora o en el pasado, han creado quimeras, utopías e ilusiones, porque mucha gente ha creído que existen o han existido en alguna parte”.

Sueños o quimeras por encontrar dónde realmente están enterrados los Tres reyes magos, si es que eran tres, dónde esta Saba, la Atlantida, por supuesto, las Antípodas (Tierra de cabeza). Insisto, Eco no trata sobre lugares inventados. Es decir, de lugares novelescos inspirados en espacios reales, sino de sitios que han servido de aliciente, o cuya leyenda, ha alimentado los sueños de otros. por ejemplo, el supuesto Reino del Preste Juan, más allá de la India y China, que sirvió para alentar expediciones.
Eco recoge también ideas que hoy nos parecerían extrambóticas. Por ejemplo, la tesis de que en el interior de la tierra existía un suerte de planeta parelelo, al que era posible descender desde una abertura en los polos. O la invención de un reloj que no se alterara con el moviiento de los barcos y que permitiera marcar los meridianos, fundamentales para que las islas no se les perdieran después de descubrirlas.

Por supuesto está el País de Jauja, sueño de todos los niños, y como este país se convierte en la inspiración por contraste del lugar al que es mandado Pinocho por no obedecer. O cómo Ofir, de donde procedía el oro que la Reina de Saba regala a Salomón, ha sido situado lo mismo en Afganistán que en Perú, y luego sirve para inspirar Opar, que aparece en Tarzán.
Los lugares y tierras legendarias que Eco presenta son de distinto género, mas tienen en común una característica: tanto si dependen de leyendas antiquísimas cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, como si son producto de una invención moderna, han originado flujos de creencias. De la realidad de estas ilusiones, se ocupa Historia de las Tierras y los Lugares Legendarios.

Con una vitalidad extraordinaria, Umberto Eco, nos entrega algo así una parte de los tesoros de un erudito. Se trata, reitero, de un libro que más que una investigación o un tiempo determinado de escritura, compendia una vida regida por la pasión por saber, comprender, compartir.
Profusamente ilustrado, y con una edición impecable, Historia de las Tierras y los Lugares Legendarios, además agrega una espléndida antología con los fragmentos de los textos que han dado pie a las leyendas, debates y expediciones de las que Eco se ocupa.
Caminar por entre los senderos de este libro, despacio, cada cual a su ritmo, representará del mismo modo, la ocasión para admirar la compilación visual de obras de arte y mapas antiguos que se dieron a la tarea de darle sustento, sobre la trama del trazo, a esos lugares y tierras que parecían solo existir en la afiebrado mente de los viajeros, los clérigos o las escrituras añejísimas.

Toda historia es antes una leyenda, nos revela con agudeza, lucidez y erudición el gran Umberto Eco. El de la Alejandría propia, el faro que es y la biblioteca que su vida alberga. Toda historia es antes una leyenda; y puede ser que después, también. Según se ve en este libro de las maravillas que a su vez resulta maravilloso.
Parafraseando a Amos Oz, libro éste para leerse a sorbos pequeños y caminarse a paso lento, cual debe cuando se trata de lecturas que merecen la prolongada lentitud de lo placentero.



 Historia de las tierras y los lugares legendarios, Umberto Eco, editorial Lumen.


@atenoriom
antoniotenorio.com

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