Toda historia es antes una leyenda
Un sueño es una
escritura
y muchas
escrituras no son más
que sueños.
Umberto Eco
Alejandría: La del último tropel divino, dice
el poeta Cavafis, nacido allí. Alejandría, la del Magno conquistador por la que
así se le bautiza. La del trágico destino de Antonio y Cleopatra. Alejandría,
capital cultural del mundo antiguo, sueño de grandeza entre el delta del río
legandario, el Nilo, y el mar de la cultura originario, el Meditarráneo, el
mare nostrum donde todo ha comenzado, incluido el último tropel divino, dice
Cavafis.
Y acaso habrá sido que Umberto Eco nació en
una ciudad cuyo nombre, Alessandria, castellanizado, remite a la legendaria
Alejandría.
Pero su nombre,y su vida, ha estado
indisolublemente ligada a esa indagación interminable que la pasión por saber,
mas por encima de ello, por comprender.
Las palabras asociadas a su nombre y a su
vida, siguen jugando con entre significantes y significados, entre imágenes y
sonidos, entre reflejos e iluminaciones.
Si el apellido remite ya al mito,
aquel en el cual el estanque es espejo y el espejo es la muerte en sí mismo, Eco,
aquella castigada primero a no tener voz propia sino solo remedo, y
despreciada, después por el que solo puede amarse a sí mismo, Eco es en Eco,
Umberto, antónimo con dimensiones, hoy, a la luz de lo que ha sido su vida,
casi mítico.
Este Eco, en contraposición de aquélla, la
castigada, ha construido, tanto desde la academia como desde la escritura
ficcional, una voz que reclama la mayor altura que una voz propia pueda
reclamar: erigirse en mirador del mundo.
De El nombre a la rosa en adelante, sus
temas, su modo de abordarlos, su contribución desde el territorio de lo que
pudo haber sido, es decir, la ficción, a develar lo que fue, es original en la
ascepción de que es única, de que le es propia a su autor y al lector que
transita por sus páginas.
Si ello fuera menor, Eco, el de las aulas, no
la que condenada a vivir en una cueva, no persigue al que solo se ama a sí
mismo, por se lo contrario: lo pone en evidencia. No hay generosidad mayor que
la docencia. Compartir lo que se sabe, pero sobre todo, lo que se es. En Eco
resuena este acto generoso a través de compartir ese saber trasmutado en un ser
que está en el mundo, con y para los
demás.
En Historia
de las Tierras y los Lugares Legendarios, editado por Lumen, el año pasado,
Umberto Eco ha escrito un libro de vida. Un almanaque de viaje, de su propio
viaje, un compendio de hallazgos, una cartografía de asombros. Un libro que
apunta al pasado, sí, a la manera que el mundo se ha pensado y representado en
relación con lugares, reales o imaginarios, pero que se dieron por ciertos,
mas, al mismo tiempo, un libro que apunta a un presente que parece condenado a
vivirse mutilado de la capacidad de hallazgo, sorpresa, imaginación y fantaseo
fuera de lo establecido.
Si el pasado fue el extenso mapa, desplegado
en este libro, de los Lugares y Tierras legendarias, el presente, nuestro
presente, ha terminado por conformarse con ese espacio angosto y claustrofóbico
que es la Tierra de los Lugares comunes.
Sabiéndose legendario él mismo, tal vez, Eco
que compilado, por años, quiero imaginar, información e ilustraciones, sobre lo
que para el mundo del ayer fue leyenda, fue legendario.
A
los 82 años, Eco emprende una tarea monumental, de resultado portentoso.
Recopila en 15 capítulos los lugares y tierras que a lo largo de la historia
(de occidente) al menos, han despertado mayor curiosidad, o leyendas a su
alrededor. No se trata sitios o edificaciones imaginarias, sino “ las tierras y
los lugares que, ahora o en el pasado, han creado quimeras, utopías e
ilusiones, porque mucha gente ha creído que existen o han existido en alguna
parte”.
Sueños
o quimeras por encontrar dónde realmente están enterrados los Tres reyes magos,
si es que eran tres, dónde esta Saba, la Atlantida, por supuesto, las Antípodas
(Tierra de cabeza). Insisto, Eco no trata sobre lugares inventados. Es decir,
de lugares novelescos inspirados en espacios reales, sino de sitios que han
servido de aliciente, o cuya leyenda, ha alimentado los sueños de otros. por ejemplo,
el supuesto Reino del Preste Juan, más allá de la India y China, que sirvió
para alentar expediciones.
Eco
recoge también ideas que hoy nos parecerían extrambóticas. Por ejemplo, la
tesis de que en el interior de la tierra existía un suerte de planeta parelelo,
al que era posible descender desde una abertura en los polos. O la invención de
un reloj que no se alterara con el moviiento de los barcos y que permitiera
marcar los meridianos, fundamentales para que las islas no se les perdieran
después de descubrirlas.
Por
supuesto está el País de Jauja, sueño de todos los niños, y como este país se
convierte en la inspiración por contraste del lugar al que es mandado Pinocho
por no obedecer. O cómo Ofir, de donde procedía el oro que la Reina de Saba
regala a Salomón, ha sido situado lo mismo en Afganistán que en Perú, y luego
sirve para inspirar Opar, que aparece en Tarzán.
Los
lugares y tierras legendarias que Eco presenta son de distinto género, mas
tienen en común una característica: tanto si dependen de leyendas antiquísimas
cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, como si son producto de una
invención moderna, han originado flujos de creencias. De la realidad de estas
ilusiones, se ocupa Historia de las
Tierras y los Lugares Legendarios.
Con
una vitalidad extraordinaria, Umberto Eco, nos entrega algo así una parte de
los tesoros de un erudito. Se trata, reitero, de un libro que más que una
investigación o un tiempo determinado de escritura, compendia una vida regida
por la pasión por saber, comprender, compartir.
Profusamente
ilustrado, y con una edición impecable, Historia
de las Tierras y los Lugares Legendarios, además agrega una espléndida
antología con los fragmentos de los textos que han dado pie a las leyendas,
debates y expediciones de las que Eco se ocupa.
Caminar
por entre los senderos de este libro, despacio, cada cual a su ritmo,
representará del mismo modo, la ocasión para admirar la compilación visual de
obras de arte y mapas antiguos que se dieron a la tarea de darle sustento,
sobre la trama del trazo, a esos lugares y tierras que parecían solo existir en
la afiebrado mente de los viajeros, los clérigos o las escrituras añejísimas.
Toda
historia es antes una leyenda, nos revela con agudeza, lucidez y erudición el
gran Umberto Eco. El de la Alejandría propia, el faro que es y la biblioteca
que su vida alberga. Toda historia es antes una leyenda; y puede ser que
después, también. Según se ve en este libro de las maravillas que a su vez
resulta maravilloso.
Parafraseando
a Amos Oz, libro éste para leerse a sorbos pequeños y caminarse a paso lento,
cual debe cuando se trata de lecturas que merecen la prolongada lentitud de lo
placentero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario