Donde los caminos entrecruzan
Polimatía. Poco usada, pero esa es la palabra. Común
era en tiempos lejanos la práctica de distintos saberes. Desde la legendaria
figura del carnicero que era a la vez dentista, barbero y médico, hasta el
nombre de Imhotep, al que se le atribuye ser el primer ingeniero, arquitecto
podría decirse también, bajo esta lógica, de la historia.
Astrólogo, alfarero, médico, visir y sacerdote,
además de administrador del gran Palacio de Heliópolis.
Durante un tiempo se dudó, no sin razón, sobre
la existencia de Imhotep, y se le consideró un dios. De los escribas, ni más ni
menos.
La modernidad cartesiana sustituyó la
acumulación de saberes a cambio de la promesa de profundidad en uno solo.
Topógrafa del conocimiento, segmentó y repartió
parcelas del conocimiento. Dentro, sólo los que están dentro.
Desdoblado sobre sí, enseñante de la asignatura
de estructuras en la Universidad, un poeta.
Ordenaciones, basamentos, peso muerto, vigas isotásticas.
Sistema de fuerza, geometría analítica. Joan Margarit, arquitecto, profesor, escriba.
Nacido
en plena Guerra civil española, en 1938, Joan Margarit ha recibido una cantidad
innumerable de premios y reconocimientos.
Escribe
indistintamente en español y en catalán, lo que de suyo ya es una posición
política y la reivindicación de esta condición tan particular que tiene
Cataluña en la historia española.
Arquitecto
de formación, ha enseñado en Barcelona durante años Cálculo de estructuras.
Como
si con ello, y su práctica poética, estuviera probando en los hechos que las
palabras se van entreverando y se alzan cual edificios, casas, albergues.
Construcciones
que tienen como estructura que las soporta, ideas que se convierten en cosas del
mundo, cosas del mundo que se convierten en ideas.
Joan Margarit comprende, así, la poesía como
un espacio en el que puede habitar cualquiera.
No es
la casa personal del sentimiento íntimo y radicalmente individual, lo que
Margarit presenta, sino la morada común, la experiencia que nos iguala en
nuestra condición de seres de este mundo, como bien dice José Carlos Mainer.
Escribe
Joan Margarit, en un poema al que nombra “La hospitalidad de la noche”:
Pequeño puerto abierto
en una
costa abrupta.
Late un corazón de olas bajo la
oscuridad.
Así la
poesía, así las palabras que la componen, que la transforman en un corazón común
que late aun en la noche más oscura. “Porque el mar reluce dentro de la sombra,
vuelvo a citar a Margarit, como un caballo dentro de su establo”.
La vida
con los otros, sí, antes que un don, es una conquista.
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