La capacidad de no ser indiferente
Destello.
Tangible. Certero. Ese momento. Doble
dimensión. Convergencia única. Se sabe. Se es. Se comprende lo que en ese
instante está siendo ser. De lo que está siendo. Parte y todo. Existir. Vida de
los vivos.
Si
Ovidio elige para sus Metamorfosis el género de la épica, lo hace, sin duda,
convencido que ha de legarnos el principio de que toda transformación auténtica
supone eso: una batalla, acaso una hazaña, sintetizada en una mezcla inefable
entre el combatir imaginario y el real.
Épica es pues toda conversión. Al igual
que elegía no tiene más remedio en ser toda escritura que compela al amor, en
su sentido más amplio.
Entre
una y otra, entre la épica, y la elegía, combate y exaltación, se asienta una
idea luminosa: El tema, el protagonista genuino de la Ilíada, es la fuerza. La
misma que, “cuando se ejerce hasta el extremo, —dice Simone Weil en su conocido
ensayo sobre el poema homérico— hace del hombre una cosa en el sentido más
literal, pues hace de él un cadáver”.
Por
su parte, de la desdicha de quien aguarda se sirve Ovidio en sus Cartas de las
heroínas, para idear una Penélope confundida entre el reclamo y la desazón
interminable. “Ven tú en persona, no me escribas ninguna carta”, le escribe a
Ulises, para luego confiarle: “No sé qué temer; aun así, lo temo todo, —sufre
Penélope— loca de mí, y un amplio campo se abre ante mis angustias”.
Épica
y elegía. Ovidio y Weil convergen. Ésta vive sin saberlo sus últimos años. Estudia
con pasión a los griegos. De Homero, saca una conclusión que aún cimbra: “no es
posible amar y ser justo más que si conoce el imperio de la fuerza y se sabe no
respetarlo”.
Por
eso, donde la Penélope de Ovidio describe el lento correr de los días, la
fatiga de sus manos sobre el lienzo colgante, “mientras intento engañar con él
horas las largas de la noche”, Weil alumbra: “Todo lo que en el interior del
alma y en las relaciones humanas escapa al imperio de la fuerza es amado, pero
amado dolorosamente, a causa del peligro de destrucción continuamente
suspendido. Ése es el espíritu de la
única epopeya verdadera que posee Occidente”.
Conversión,
épica que comprende la justeza frente a la desdicha; elegía, fortaleza del alma
que advierte sobre el odio. Capaz de no serle indiferente.
antoniotenorio.com
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