viernes, 4 de marzo de 2016

Umberto Eco: una tesis


La escritura que se habita





Una posición. O mejor dicho, una toma de postura. La enunciación, y defensa razonada, por supuesto, de un punto de vista, claro y con sustento. Una tesis. Situar y situarse.

Triunfo de la voluntad y del intelecto, parafraseando a Wittgenstein, casi 25 años tomó a Derrida concluir su tesis doctoral. Al final, advierte a su jurado: “(Lo hago) quizás porque empezaba un poco demasiado a saber no adónde iba, sino dónde estaba, no dónde había llegado sino dónde me había parado”. Oscilaciones, dudas, avances, retrocesos, mecanismos vigentes y caducos de la legitimidad institucional y personal, la tesis se vuelve, revela Derrida, en un lugar que el sujeto habita.


En medio de ese tiempo y espacio de la incertidumbre, quien ahí estremecido ha habitado, no puede más que sentir una filial gratitud por Umberto Eco y acaso el menos sesudo, el más sencillo de sus libros, ese mismo que ni siquiera alcanza el título de libro y queda en el escalón anterior, el de los manuales, el de las “instrucciones” y la metodología: Cómo se hace una tesis. Que es por sobre todo un cómo hacer para lograr vivir ese espacio sin el que tiempo devore a su habitante. Un camino, doble, para que el sustentante consiga esa también doble reelaboración: la de su materia y la de él mismo. Y en la convergencia, un “Cómo hacer(se) una tesis”.
 
 

Debería por lo tanto alertarnos que, justo cuando más necesitado se muestra el mundo de sujetos capaces de establecer posiciones argumentadas, frente a lo que el mismo Eco llamaba el fundamentalismo salvaje, las universidades hayan ido descartando la tesis en pos de mejorar sus índices de eficiencia terminal. "La intolerancia más peligrosa es precisamente aquella que surge en ausencia de cualquier doctrina, como resultado de pulsiones elementales". Y no hay, no puede haber, doctrina donde no hay postura, donde todo es contingencia. 



Puede así que Cómo se hace una tesis parezca el más sencillo de los libros de Eco. Pero si Fichte tenía razón y la tesis es la posición absoluta del sujeto, el modesto manual del italiano ilustre se torna en la mano del Virgilio que conduce, pero sobre todo, acompaña. De ahí la gratitud imperecedera. Antes, sí, justo antes de que pretendan hacernos creer que como la tesis, pensar es un anacronismo.
 
 
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